Imágenes de una historia al fin del Mundo "Grytviken"

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Una expedición ballenera noruega llegó en abril de 1894 y permaneció brevemente en las Georgias del Sur. Carl Anton Larsen, líder y capitán de la embarcación “Jason”, fue acompañado por los buques “Hertha” y “Castor” en la exploración de Cumberland Bay (Jason Harbour) y Royal Bay (Headland, 1984).  En 1902 Larsen vuelve al Atlantico sur al mando del Antarctic, buque que llevó a la Expedición Antártica Sueca dirigida por Nordenskjóld (1902-1903) a la Península Antártica. El buque arribó a las Gerorgias del Sur en abril de 1902, a la bahía de Cumberland. Esta expedición exploró partes de la isla de San Pedro. En dicha oportunidad se le da el nombre de Grytviken —caleta de las ollas-, por las ollas de los loberos en la caleta de Cumberlan East Bay. El barco más tarde regresó a la Península Antártica a reembarcar a los miembros de la expedición que habían pasado el invierno en la isla Snow Hill. No pudieron llegar a ellos y, fueron rodeados y aplastados por el hielo. La expedición fue rescatada después de atravesar circunstancias muy difíciles por la corbeta ARA Uruguay a fines de 1903.  

            Al arribar a Buenos Aires luego de su rescate, convencido que las Georgias del Sur serían la base más adecuada para la caza de ballenas antárcticas, Larsen logró interesar a capitalistas argentinos para explotar la caza de ballenas. Así se creó la Compañía Argentina de Pesca (CAP), con los aportes de Pedro Christophersen, Ernesto Tornquist, Teodoro De Bary Wittenstein y Heinrich Schlieper Feldmann, que contribuyeron cada uno 200 mil pesos oro. La empresa fue reconocida por decreto gubernamental del 29 de febrero de 1904 e inscripta como tal el 8 de abril de 1904 (Hart, 2001).  Larsen viajó a las Georgias del Sur con los buques “Louise”, “Rolfe” y “Fortuna”; llegaron a Grytviken el 16 de noviembre 1904 y crearon la primera estación de caza de ballenas en las islas.

En 1908/09 había 19 cazadores operando en las islas del Atlántico Sur. Básicamente cazaban ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), pero también fin (Balaenoptera physalus) y azules (Balaenoptera musculus); a veces francas (Eubalaena australis), sei (Balaenoptera borealis schleglii) y unos pocos cachalotes (Physeter macrocephalus)El movimiento ballenero en las Georgias fue muy grande, con el tiempo en las diversas bahías se asentaron otras empresas (7 factorías) y llegaron a vivir más de 1.500 personas, tanto como en todas las Islas Malvinas. La mayor producción de la CAP se obtuvo en la temporada 1924-25, con 5.790 ballenas faenadas y la obtención de 411.500 barriles de aceite (Hart, 2001). 

            En 1905 Argentina estableció una oficina meteorológica en la isla. Ese mismo año llegó la mujer de Larsen, Andrine Thorsen, acompañada por sus siete hijos, a bordo del “Cachalote”. Pasaron el verano allí y volvieron en marzo a Buenos Aires. Hubieron otros familiares presentes de los cazadores de ballenas. Muchos trabajadores de las factorías vivieron en el lugar con sus familias, aun con niños. Algunos se casaron y tuvieron sus hijos: el 8 de octubre de 1913 nació Solveig Gunbjorg Jacobsen, una niña, primer ser humano natural de las Georgias. Más adelante nació otra: Aase Jacobsen, el 31 de julio de 1918 (Hart, 2001).

            Con tanta gente en la isla, se organizaron juegos deportivos en los que competían equipos de los distintos puertos que allí estaban afincados. También en los puertos factorías existían bibliotecas, cines, teatros y hospitales (Vairo et Al, 2007). 

 Entre la primera y la segunda guerra mundial varios buques de la Armada Argentina aprovisionaron de carbón a la isla. La I Guerra Mundial impuso un alto en el florecimiento de la industria ballenera, y cuando volvía a levantar cabeza, la depresión del 30 se hizo sentir también en tan lejanos lugares (varias de las factorías cerraron). Larsen entonces vendió su parte en la CAP a los otros socios. En 1946 se fundo el club atlético “Harpon” en dicha localidad, que se dedicaba fundamentalemente al fútbol.

Hacia 1950 sólo quedaban tres factorías: Salversen, inglesa, en Leith, que cerró en 1964; Husvik, noruega, en la bahía homónima, que lo hizo en 1960; y la Compañía Argentina de Pesca, que se inició en 1904 y cerró en 1963. El último presidente de La Compañía Argentina de Pesca (1945-1963) fue Alfredo L. R. Ryan, nacido en Gibraltar, de familia irlandesa, empresario marítimo de los Talleres de Reparaciones del Río de la Plata, (Hart, 2001).Ryan vendió la CAP, con su matriz en Buenos Aires, a la Albion Star Ltd., que pertenecía a su propio grupo y tenía sede en Malvinas, transformó sus buques balleneros en remolcadores para uso portuario y alquiló las instalaciones en las Georgias a una empresa ballenera japonesa que operó entre 1963 y 1965 (Vairo et al. 2007). Las instalaciones de Grytviken fueron abandonadas en 1967. Ryan intentó venderlas a los soviéticos, pero los británicos, para evitarlo, lograron que una empresa de esta nacionalidad, la Christian Salvesen ltda., comprara todos los puertos factorías de la Isla San Pedro. En 1981, catorce años después, dicha empresa las vendió como chatarra al búlgaro Constantino Davidoff, con nacionalidad argentina. El permiso de desmantelamiento de ellas, otorgado por el gobierno inglés a Davidoff y luego desconocido por dicho gobierno, dio origen formal al Conflicto del Atlántico Sur en 1982 entre Argentina y Gran Bretaña. 

En 1984 La Comisión Nacional de Lugares y Monumentos Históricos lo declaro Lugar Histórico al puerto de Grytviken (Decreto 1.734). 

Durante 60 años, quienes dieron vida a Grytviken fueron los trabajadores balleneros, que provenían principalmente de Noruega, Gran Bretaña, Argentina y Uruguay. Las temporadas de faenamiento que eran las de mayor congregación de seres humanos en la localidad sucedía entre Septiembre y Mayo, durante el invierno solo quedaba una dotación mínima para cuidar las instalaciones.  Esta recopilación fotográfica nos permite observar la vida cotidiana de los habitantes mientras esta factoría estuvo en uso. A través de ella podemos ver la gran variedad de profesiones que convivían en este recóndito lugar de nuestro país. También nos permite espiar un poco sus divertimentos y esparcimientos (Esquí, Football, Atletismo, Cine, teatro, etc), la muerte y la vida religiosa. Y nos hace posible imaginar lo que comían, los discos que escuchaban, los libros y revistas que leían y hasta como sentían. 

 
 
 
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